martes, 29 de diciembre de 2009

Polémica sobre el folclor del Altiplano peruano-boliviano.


Autor: Ramiro Sánchez Navarro.

JULIO HALCON SALAZAR ( morenococani) : En primer lugar yo jamás autoricé que utilices mis comentarios, ni mi nombre en tu blog, eso puede considerarse un delito y podría llegar a tomar cartas en el asunto, yo no espero tener un debate sobre lo que está muy claro, es como debatir cuando alguien roba, teniendo la prueba enfrente ¿lo podríamos declarar inocente??
RAMIRO SANCHEZ NAVARRO: Yo tampoco te autoricé a que insultes a los peruanos a través de tu página en youtube. Y si quieres denunciarme lo puedes hacer, nadie te lo impedirá. Pero yo igualmente estoy en mi derecho para hacer los descargos correspondientes y exigir ante el mundo a que presentes las pruebas de tus acusaciones.
JHS(morenococani) :Y sobre el borrado de los comentarios, ya lo dije: mi intención es difundir el folklore boliviano, dejando de lado las huevadas que escriben los peruanos, nuestro folklore es bello, no tiene por qué estar manchado con comentarios absurdos que carecen de fundamento histórico, y sobre todo pruebas claras, como que la Morenada se baila en todos los pueblos del occidente boliviano, en las festividades religiosas, siendo el Carnaval de Oruro, la máxima expresión del folklore boliviano, declarado por la UNESCO, luego de más de 10 años de investigación profunda como obra maestra del patrimonio oral e intangible de la humanidad, título que también ostenta nuestra cultura kallawaya, algo que jamás podrá ostentar una fiesta que es contrabando del folklore boliviano (Puno).
RAMIRO SANCHEZ NAVARRO: Bien se ve que eres un gran cínico, caradura y grosero para expresarte de esta manera. Los peruanos te escribimos y hacemos comentarios es porque en tu página nos estás acusando tontamente. No hay ninguna prueba clara.Solo se trata de una estupidez tuya, mejor diré de una bribonada tuya, de marca mayor y con la que pretendes sorprender al mundo.Pues estás utilizando un medio de comunicación global para propalar mentiras.
JHS(morenococani): Las pruebas están claras, en Potosí hay charangos tallados en los portales de las Iglesias, existen charangos que datan de la Colonia, sobre los quirquinchos es cierto que habitan en Chile, pero no la cantidad que existe en la región de Oruro y Potosí, sobre el Cóndor Pasa ya te dije, no es mi problema aún ese, cuando se esclarezcan muchas cosas recién hablaremos. Siguiendo con el charango, dime tú que tantas pruebas exiges, ¿qué puedes poner como prueba de que existía en Perú??? Acá ya te dije las pruebas que tenemos y no fue inventado simplemente por alguien, fue inventado por pobladores de Potosí, originarios que trabajaban en las minas y que viendo a los españoles con sus guitarras, laúdes y otros cordófonos fue que hicieron algo propio, luego su expansión se da en Cochabamba, Oruro, La Paz, debido a que Potosí fue una de las ciudades más importantes, gracias a la minería, llegando inclusive a contar con más habitantes que Londres o París en ese entonces, de ahí que también fue importante centro comercial de la región, de ahí que el charango en cada región adopta su estilo, actualmente en Bolivia tenemos más de un centenar de variedades del charango y que fueron evolucionando por los siglos, y no es reciente como en el Perú, donde el charango llegó en manos de algún viajero o comerciante que se lo llevó desde su cuna Potosí.
RAMIRO SANCHEZ NAVARRO: Ahora porque a los pobladores de Potosí se les ocurrió dibujar los charangos en los portales de las iglesias, este instrumento ya va a ser originaria de dicha ciudad.¡Qué ingenuidad la tuya!. Si a los limeños se les ocurre tallar mandolinas en los portales de las iglesias, no por eso la mandolina va a ser originaria de Lima. Esto si que es un simplismo.Que la ciudad de Potosí haya sido en una época muy importante debido a su actividad minera no tiene nada que ver con el charango. Esto es como mezclar papas con camotes. Tampoco hay creación colectiva del charango o de algún otro instrumento. Eso es falso. Siempre los inventos tienen un solo inventor y después son reproducidos.
El charango es un instrumento musical propio del Perú y su origen se remonta a los primeros tiempos de la época colonial.El nombre de charango es de origen quechua y está consignado como un peruanismo en el Diccionario de peruanismos, de Juan de Arona. El diccionario enciclopédico Mentor, de la editorial Sopena,editado en Buenos Aires-Argentina,en 1965,dice de este instrumento de nombre charango:"m. especie de bandurria pequeña,usada por los indios del Perú"y otros documentos dicen más o menos lo mismo.Charango es igualmente sinónimo de pequeño. Y en cuanto al quirquincho, armadillo o carachupa (cola pelada, desnuda) es un animalito que abunda en gran cantidad en toda la serranía peruana. Fueron los peruanos que trabajaban en las minas de plata de Potosí que lo llevaron a este lugar. Por desgracia, algunos ciudadanos de Bolivia,en su desmedido afán por apropiarse del Charango,andan publicitando que el charango solamente se utiliza en Puno, cuando la verdad es que este instrumento es usado en todo el Sur y Centro del Perú, en lo que se incluye la ciudad de Lima.No te olvides que los peones de esa mina eran en su gran mayoría peruanos y también lo eran quienes eran dueños del transporte, encargados de transportar precisamente los minerales hasta los puertos del Pacifico, concretamente al puerto de El Callao. La coca también era llevada del Perú a Potosí para ser vendida a los mineros.Justamente la ciudad de Potosi creció con el incremento de trabajadores peruanos, que iban principalmente de Puno, Cuzco,Tacna,Moquegua,etc.Uno de estos empresarios del arrieraje era José Gabriel Condorcanqui, más conocido como Túpac Amaru II, que murió descuartizado el 18 de mayo de 1781, en la Plaza Mayor del Cusco, por sublevarse contra los españoles,y era quien poseía más de 350 mulas que transportaban el mineral desde Potosí hasta el puerto del Callao. El arrieraje era una actividad muy rentable en ese entonces.
JHS(morenococani) : Sobre el ekheko, me da risa verdaderamente lo que dices, ¿¿¿Tiahuanacu Huari??? Jajajajaja la cultura Tiwanakota fue precolombina y estuvo asentada en lo que actualmente es el departamento de La Paz, Huari es una deidad de la cultura Uru, cultura anterior a Tiwanaku, o sea estas dos culturas jamás se encontraron y es ridículo lo que dices, el ekheko es un diosecillo aymara de la fortuna, propio de esta cultura y como ya dije, alasitas es una tradición arraigada completamente a la ciudad de La Paz, en Puno es reciente ese fenómeno de apropiación cultural. Sobre lo del Alto Perú todos los paisanos tuyos son los que argumentan lo que ya dije, y hasta tu presidente dijo que lo nuestro les pertenece porque fuimos el Alto Perú, y eso es una completa estupidez, y volviendo a los urus, no habitan en el Titicaca, dónde se asentó esta etnia fue a orillas del lago Poopó y lago uru uru (departamento de Oruro), y del nombre uru es de donde proviene el nombre del departamento y ciudad de Oruro, antiguamente llamada uru-uru. A mí no me falta investigar más, porque aquí conocemos e investigamos a profundidad nuestra cultura.
RAMIRO SANCHEZ NAVARRO: Te ríes de tu propia ignorancia. Aunque estamos de acuerdo en que la cultura Tiahuanaco fue precolombina y en efecto estuvo asentada en La Paz, en donde se encuentra los restos arquitectónicos de la fortaleza de Akapana,las terrazas de Pumapunko,el templo de Kalasasaya y la Portada del Sol. Pero de esta cultura ya no quedaba casi nada en la época del Incanato, salvo esos restos arquitectónicos, esos monolitos tallados en piedra de ojos redondos y caras tristes. Seguro que Huari es una deidad de la cultura uru, como dices, pero es igualmente el nombre de una cultura precolombina pan andina. Ahora también resulta que los urus son una cultura enteramente boliviana.Al paso que vamos, ya todo será boliviano.Que tú te sientas bien pagado de tu sapiencia, eso es un asunto tuyo. El Ekeko no es ningún diosecillo aymara. Deberías aprender sobre la religión precolombina de los aymaras. El ekeko es un comerciante del incario, que siempre fue representado con su cargamento a la espalda y que los aymaras, así como otros pueblos de aquella época lo representaban .Es tan falso que sea un diocesillo aymara, más aún cuando los ekekos son representaciones de hombres obesos con bigotes.Que yo sepa los indígenas americanos carecían de bigotes.
En cuanto a lo que dijo mi presidente Don Alan García Pérez, pues tiene toda la razón, porque gran parte del folclor, que hoy ostenta Bolivia, se originó en el lado peruano. Bolivia no existía como Estado sino hasta el 6 de agosto de 1825. Don Alan ha hecho este tipo de declaraciones con pleno conocimiento de causa,porque es un investigador social,autor de varios libros.
JHS(morenococani):Sobre los aymaras, en Perú y Chile son pocos, una minoría que astutamente intentan aprovechar los peruanos para usurpar nuestra cultura, ya dije que cada región tiene lo suyo y nosotros respetamos lo que es de Perú como sus variedades de sikureadas, y otros ritmos autóctonos, y en la época prehispánica la cultura aymara jamás fue dominada por los incas invasores, los aymaras siempre resistieron y los incas viendo que no podían dominarlos, optaron por usurpar su cultura, tradiciones y modo de organización. y otra vez volviendo al charango, estás muy equivocado, siempre fue reconocido como tal, claro que no oficialmente por la dejadez de gobiernos anteriores que jamás le dieron cobertura a la cultura y no como el actual que impulsa este aspecto, y cómo que sin fundamentos nuestro presidente va a decir algo que no corresponde. y al referirte a nuestro presidente como político populachero estás muy equivocado, tú no vives en Bolivia para opinar acerca de como te informan los medios de prensa amarillistas que de algo pequeño hacen un gran problema, no por nada el presidente fue reelecto con el 65% de los votos, si lo tratas de ignorante, pues me imagino que lo harás de forma directa, enviando tu comentario a la oficina presidencial y veremos después quién queda mal parado sobre temas históricos, ya que Evo Morales, gracias a haber nacido y vivido en un pueblo alejado de las ciudades, pues conoce muy bien acerca de la historia, especialmente en el plano cultural porque la historia de las comunidades del altiplano se transmite por tradición oral desde nuestros antepasados y además en las comunidades es donde perviven las tradiciones sin tergiversarlas, si dices que los bolivianos somos ciegos ¿en qué te basas?? estás completamente errado y más bien denotas un racismo hacia nosotros y hacia un presidente que si bien no se formó en grandes universidades o tiene diplomados, doctorados, etc. pues tiene las mejores intenciones y hace cambios profundos en un país malogrado por anteriores gobiernos corruptos, ladrones y asesinos que saquearon nuestras riquezas, Evo Morales es gente que sabe el vivir de cada día, gente de pueblo como yo y por eso lo reelegimos para ver cambios en aspectos olvidados hasta antes del 2006.
RAMIRO SANCHEZ NAVARRO: Has de saber que los aymaras de Chile también eran peruanos hasta el siglo XIX.Por el Tratado de Ancón del 20 de octubre de 1883, Tarapacá y después en 1929 Arica pasaron a formar parte del estado chileno. En esos territorios quedaron estas poblaciones aymaras. Tuvimos la mala fortuna de perder esos territorios por ayudar precisamente a Bolivia, que en medio del conflicto huyó dejando solo a su aliado. El Perú no le ha robado nada a Bolivia.Todo lo que tu reclamas como boliviano es cultura mestiza, que data de la colonia y que se originó en el lado peruano. No te olvides que los españoles primero estuvieron en el Perú, de donde se pasaron a lo que hoy es Bolivia llevando siempre un gran contingente de peruanos.Por tanto NO es originario de la cultura aymara. Son los propios españoles que escriben sobre la diablada,la morenada, etc. Y lo reclaman como danzas españolas. Pues para convencerse basta escribir el nombre “diablada”, etc. en el buscador de google para leer esas páginas.
Los aymaras se sometieron pacíficamente a los Incas. Seguramente no has leido las crónicas. El cronista Inca Garcilazo de la Vega(1539-1616), en sus Comentarios Reales, narra justamente la conquista de los aymaras por Sinchi Roca. Sucede que los presidentes de Bolivia, que antecedieron a Evo Morales Ayma eran gente honesta, decente, que estaban más preocupados por resolver los problemas sociales y económicos de Bolivia, son respetuosos de sus colegas de otros países, que no es el caso de tu presidente reelecto. Cuanto más nos insulte, haciendo coro contigo, menos simpatías encontrará en el pueblo peruano y por lo tanto menos colaboración y hasta somos capaces de declararlo "persona no grata". Y lo que demuestra Evo Morales Ayma es una gran orfandad de ideas.Como no tiene nada que ofrecer al pueblo boliviano se ha dedicado a regalar lo que no le pertenece.
JHS(morenococani): Lo diré siempre, los peruanos andan robando nuestra música, nuestras danzas, nuestros nombres de fraternidades, y también nuestras casas, bancos, etc., no por nada su reputación a nivel internacional es ésa, de ladrones, y para que veas que no miento, revisa los diarios de mi país, las páginas de la prensa, siempre que se comete un delito hay peruanos implicados, pronto gracias a otros usuarios de youtube verás esto con pruebas contundentes. Te equivocas al decir que debería quedarme callado, es hora de que todo el mundo se dé cuenta de a qué nivel ha llegado el grado de ladrones de los peruanos, me imagino que pronto abrirán una universidad del delito, y espero que los vengan a repatriar a sus paisanos que están hiperpoblando nuestras cárceles.
RAMIRO SANCHEZ NAVARRO: Es tu ignorancia lo que te hace ser temerario y escribes estupideces. Nada ganarás con este tipo de campañas mafiosas. Si dices que los peruanos son ladrones, entonces a qué cuento los dejan ingresar a tu país. Si esto fuera verdad, estarían demostrando simplemente que tienen como aliados a los propios bolivianos, que hoy se hacen las victimas.Y tu quizás seas uno de ellos, porque se te ve bastante cínico, como esos que tiran la piedra y esconden la mano, porque dices al comienzo de tu escrito que solo quieres difundir música boliviana, que no está mal, pero al mismo tiempo te dedicas ha hacer campaña en contra de peruanos y chilenos, tildándonos de ladrones, de que supuestamente te robamos la música.Eso se llama ser caraduras, cínicos.Ya me imagino que en esa universidad del delito tu serás uno de los primeros profesores que tendrá.De eso no cabe la menor duda.
JHS(morenococani): Y si quieres que denuncie "con pelos y señales" pues muy pronto, lo hará nuestro gobierno, yo simplemente seguiré difundiendo nuestro rico y variado folklore boliviano.
Siempre defenderé lo que nos pertenece a los bolivianos, no por la cojudez de decir que fuimos Alto Perú vamos a cederles todo lo que pertenece culturalmente a los pueblos que actualmente conforman Bolivia, además siempre el lago Titicaca fue una frontera natural entre Perú y Bolivia, nosotros los bolivianos estamos en todo el derecho de reclamar lo que nos pertenece y hace ya muchos años vienen usurpando ustedes, no es cuestión de ahora nomás, pero lamentablemente ahora los peruanos tienen el descaro de decir que danzas como la diablada, la morenada o inclusive algo del neofolklore como son los caporales son peruanos, cosa que da risa y además es ridículo, porque ustedes mismos en su prensa del siglo pasado dan cuenta de la bolivianización de su fiesta de Puno, criticando que en Puno se bailan danzas de la vecina Bolivia como la morenada, diablada, kullawada, llamerada, y recientemente caporales, tobas y tinkus, olvidando danzas que pertenecen a Puno, ustedes a mediados del siglo pasado es recién cuando empiezan a conocer y practicar nuestras danzas, no por nada hasta ahora ustedes siguen llevando los trajes de nuestros bordadores, nuestras mejores bandas de Oruro y de La Paz, los grupos más reconocidos de Bolivia para amenizar sus fiestas y sobre todo plagiando los nombres de nuestras fraternidades, respecto a la diablada es una danza que evoca a la cultura uru que habitó lo que actualmente es Oruro, posteriormente en la época colonial llega a fusionarse las tradiciones de estos con la religión católica dando lugar a la diablada, todo esto en Oruro, una ciudad minera y muy reconocida al igual que su vecina Potosí.
RAMIRO SANCHEZ NAVARRO: En buena hora que el lago Titicaca sea frontera natural como dices, porque para qué quiero por aliado y por amigo a vecinos de tu catadura moral. ¿Qué ganamos los peruanos teniendo a gente como tu de amigos? Absolutamente nada. Hablas de fraternidades y eso es una copia de lo español, porque de aymara no tiene ni el nombre. Fraternidad es sinónimo de cofradia,de hermandad y esto tuvo lugar en Europa,durante el medioevo,donde los artesanos se agrupaban según sus oficios bajo la advocación de algún santo.
Has de saber que el departamento de Puno es la capital del folclor latinoamericano por la gran cantidad de danzas que posee. Puno no necesita de los bordadores de tu país, pues los tenemos de sobra, incluso hay un acuerdo de no dejar ingresar a los músicos de Oruro. La bolivianización de Puno es un cuentazo tuyo. Bolivia no tiene folclor original.Lo que practica es el que se creó en el lado peruano en los tiempos de la colonia, pues de la colonia son la diablada, la morenada, etc. Y con respecto a esta última danza, la llaman morenada, porque los aymaras del Altiplano de cruzaron racialmente con los negros que escapaban de las haciendas del Perú. Los negros llegaron al Perú durante la conquista y la colonia españolas como esclavos y arribaron a bordo de barcos al puerto de El Callao,procedentes del Africa occidental,del Congo, de Guinea y de Angola.Esto no solamente ha dado lugar a esta mezcla racial, sino a esa danza de ese nombre y de otras, aparte de la Diablada hay igualmente la danza de los negritos de Huánuco y de otros departamentos andinos del Perú, asi como el son de los negros,el tondero,la marinera,que se ha extendido por los paises vecinos como Chile donde la llaman Cueca,en Bolivia zamacueca y en Argentina zamba.Solo tu ignorancia y gran descaro te hace escribir tonterías. Y cuanto más te pongas en este plan de acusete sin pruebas, tratando de sorprender al mundo, peor será
para ti, porque tu no pasas de ser un gran embustero. Se tendría que andar mal de la cabeza para escribir las idioteces que escribes, pues también dices que tu fraternidad es la mejor, que tu folclor es lo máximo, etc.etc.Eso se llama estupidez, porque uno mismo no se puede alabar, autoelogiar, porque esto es como decir “alábate coles a falta de frijoles”.En ti no hay ni un ápice de modestia,solo soberbia y fatuidad.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Entrevista a Gladys Valenzuela Gómez








Autor: Ramiro Sánchez Navarro.
- ¿Podrías decirme desde cuándo estás radicando en Suecia?
- Bueno, en primer lugar te agradezco y te felicito por la labor que estás desempeñando. Sì, ya estoy radicando desde el año 1998.
- ¿Supongo que los primeros años fueron difíciles para ti por el idioma, las costumbres y el modo de ser de las personas de esta nación o no?
- Los primeros días de mi estadía en Suecia lo pasé muy bonito, con la alegría de mis hijos, el medio ambiente era diferente, todo era ordenado y limpio. Pero a medida que iba pasando el tiempo, era difícil de acostumbrarse en el ambiente de los suecos, no sabia el idioma, su cultura era diferente, los alimentos eran raros, algunas comidas me refiero. Por este motivo me sentí mal, impotente al no poder adaptarme dentro de esta nueva sociedad. Me sentía deprimida, decepcionada. Pero de pronto cobré ánimos para poder luchar con todas mis fuerzas. Me puse a estudiar y siempre queriendo trabajar en cualquier cosa. Así pude superarme poco a poco. Gracias a Dios ahora estoy bien.
- Aparte de ejercer tu profesión, allá en Suecia, como Auxiliar de Enfermería, ¿a qué otro tipo de actividades te dedicas?
- Yo me dedico a superarme dentro de mi área, estudiando cursos a distancia, a los quehaceres de la casa y a la atención de mis hijos.
- ¿Existen a propósito conjuntos musicales del Perú o de otros países de América Latina en esa nación? ¿Qué grado de aceptación tiene la música peruana?
- Bueno yo no sé exactamente sobre las músicas peruanas en toda Suecia. En la ciudad donde vivo, que corresponde a la parte del sur de Suecia, no he escuchado conjuntos musicales, pero hay algunos músicos que han formado un grupo con los bolivianos, peruanos y otros latinos americanos. De aceptarlo, claro que aceptan a la música del Inca, aquí en Suecia. Eso no hay que dudarlo
- Ahora, cambiando de tema, puedes decirme ¿con qué frecuencia visitas al Perú?
- Depende de una serie de circunstancias, mayormente yo visito al Perú cada año, aunque algunas veces lo hago cada dos o tres años.
- ¿Esta visita tuya al Perú se ha debido fundamentalmente a tu deseo de ser madrina de matrimonio de un sobrino tuyo en Abancay?
- Si, por qué mi sobrino es un hombre bien cariñoso, bueno para toda su familia. Por él, no importa la distancia. Vale la pena realizar este tipo de viajes.
- He visto algunos videos tuyos en Youtube, por eso sé que te gusta cantar. A propósito, ¿has pensado de lleno dedicarte al canto?
- No te voy a decir nada sobre este proyecto, por que tengo otros antes de la música.
- ¿Tus grabaciones las haces allá en Suecia o cuando vienes a Lima?
- Quiero aclararte en primer lugar que grabaciones profesionales no tengo. Si yo grabo es para mis seres queridos, para escuchar en casa y en privado.
- ¿Has pensado grabar algunas canciones en este último viaje a Lima? Si lo estoy pensando hacerlo si el tiempo me alcanza.
- ¿Tienes algún conjunto musical de tu tierra, Grau, que te sirve de marco musical?
- Claro que si, ellos vienen a ser mis parientes y radican en Lima. Son de Grau, de mi provincia y proceden del distrito de Chapimarca, tengo igualmente otros familiares de mi misma provincia que se dedican a la música.
- Por lo visto, tú estás plenamente identificada con la música de tu tierra, particularmente de tu provincia de Grau, sin embargo quisiera que me digas si te gusta la música de otros departamentos del Perú.
- Claro que sí, el yaraví es muy encantador, la música de Julio Humala, el dúo José Maria Arguedas, por su puesto ayacuchanos, así como la música del norte, que ahora está pegando en todas partes.
- Hablando de Apurímac, tu departamento de origen, ¿puedes decir cuáles son los conjuntos que más te gustan?......
- ¿Quieres decirme qué músicas me gusta? ¡Me gusta toda la música de Apurimac entero!.
- Para concluir con esta entrevista, ¿podrías decirme qué encuentras de valioso o rescatable en el Perú?
-En el Perú tenemos muchos valores como la música folclórica, nuestro idioma propio ,que es el quechua, nuestra vestimenta, las culturas ancestrales y actuales y así tantas otras cosas valiosas que tenemos en nuestro Perú.
- Muchas gracis por tus declaraciones,por concederme esta entrevista.Te deseo una feliz estadia en el Perú y un feliz retorno a tu nueva residencia.
- De igual manera , te agradezco la entrevista.
Fotos:
Foto superior: El periodista Ramiro Sánchez Navarro y la entrevistada Gladys Valenzuela Gómez, posando para la foto del recuerdo,después de la entrevista,en un concurrido y céntrico restaurant limeño,adonde concurrieron asimismo otras amistades,que no figuran en la foto.
2.- Un aspecto parcial del lugar donde radica Gladys,en Suecia.
3.- Gladys en compañia de su padre, de sus hermanas y de otros parientes, en su última visita,correspondiente a este mes de noviembre del 2009.
4.- Gladys en Suecia,vestida con ropa de invierno.

viernes, 11 de diciembre de 2009

La Diablada,dos puntos de vista contrapuestos.




Autor:Ramiro Sánchez Navarro.
Por el mes de agosto del año que está próximo a expirar a Karen Shwartz,candidata peruana a un reinado de belleza Mis Universo se le ocurrió presentarse a este certamen internacional llevando un traje de diabla, a imitación de la Diablada puneña .De pronto ocurrió algo que no estaba previsto como fue la airada protesta de Bolivia,mejor diremos del Gobierno que preside Evo Morales Ayma,que acusaba a la candidata en mención, de haber plagiado esta danza, que supuestamente era unicamente de Bolivia.Mama mia,ardió troya,porque el Ministerio de Cultura de la nación altiplánica hizo cuestión de estado,amenazando con denunciar a la candidata y demás cosas por el estilo.Pero no solamente eso sino que hicieron una campaña,principalmente por Telesur,destinando para el caso miles de dólares en publicidad.Menuda sorpresa causó en los medios peruanos,ya que esta danza siempre la identificábamos como parte del folclor del departamento de Puno y ligada al pueblo aymara no solamente del Perú y de Bolivia,sino del norte de Chile,donde también hay aymaras.La campaña del gobierno de Bolivia fue feroz.El propio presidente hizo campaña en contra de la candidata.Pero ahi no fue a parar la cosa,sino que algunos bolivianos despistados han seguido publicitando por otros medios de que Chile y Perú le hemos robado esta danza.Solo para muestra un botón,como solemos decir,les presento amables lectores,las diatribas de un ciudadano de Bolivia,que responde al nombre de Julio Alcón Salazar ,que posee una cuenta en youtube con el nombre de morenococani.Textualmente este señor expresa:
"DIABLADA 100% BOLIVIANA, PATRIMONIO CULTURAL DE BOLIVIA!!!
La Diablada es una danza orureña 100% boliviana, símbolo e icono de la máxima expresión del folklore boliviano, el carnaval de Oruro, declarado por la UNESCO como: "obra maestra del patrimonio oral e intangible de la humanidad". Desgraciadamente sufrimos el robo de ésta y muchas otras danzas como la morenada, caporales, tinkus, etc. por parte de peruanos y chilenos, es hora de dejar en claro que al igual que la diablada, éstas son expresiones del folklore boliviano. He aquí un resumen del origen de ésta danza: el origen pre Uru, la práctica pre colombina, de la diablada como danza, y su consolidación en la colonia como danza misional y en la República actual, ha creado soportes de tradición oral, como la leyenda del Dios Huari, a quien este pueblo rendía preeminente culto, como parte de su panteón deífico, mismo, al percatarse que ya no era venerado y desdeñado por Aurora, hija del Dios Sol, mandó como castigo grandes plagas para exterminarlos (el sapo, la víbora, el lagarto y las hormigas). La aparición de Aurora, Ñusta, que con flamígera espada y honda en mano convirtió a estos monstruos en bestias pétreas, da origen a otro culto zoolítico. Ya en la colonia, esta antigua danza venerativa hacia su deidad de las oquedades y convertida en el Tiw, Uru o Supay, quechua, da origen a la evangelización doctrinera a partir de la imaginería pedagógica misional, se crea las leyendas del chiru chiru y el nina nina, con soporte ideológico entre el bien y el mal, que con profundos contrastes, los doctrineros implantan también la diferencia inequívoca del cielo y el infierno. A partir de esos conceptos, apoyados en el auto sacramental convertido en el relato de la diablada y los siete pecados capitales, se crea la trama del nacimiento y entronización de la imagen de la Virgen de la Candelaria. Venerada localmente, como Virgen del Socavón. Una de estas leyendas dice que apareció a la cabecera del cuerpo inerte de un ladrón, que se refugiaba en uno de los socavones del cerro Pie de Gallo. La otra leyenda, añade que apuñalado el ladrón es socorrido por la Virgen y trasladado al Hospital San Juan de Dios, de Oruro. Desde ese entonces, la devoción aumentó, los mitayos y mineros gozaban de tres días de licencia (sábado de peregrinación, domingo y lunes de Carnaval), para rendirle pleitesía disfrazándose de diablos en su honor.Aquí están los nombres de las instituciones orureñas, que participan en el carnaval de Oruro: *Gran Tradicional Auténtica "Diablada Oruro" fundación: 25 de noviembre de 1904, *Conjunto tradicional folklórico "Diablada Oruro" fundación: 8 de julio de 1943, *Fraternidad artística y cultural "la diablada" fundación: 25 de febrero de 1944 ,*Diablada "ferroviaria" fundación: 6 de octubre de 1956 ,*Diablada artística "Urus" fundación: 30 de marzo de 1960.Además debemos también resaltar que en el Perú plagian los nombres de nuestros conjuntos, sus colores y hasta las letras de todas las canciones de dichas fraternidades, como por ejemplo el chiru chiru, diablos locos y muchas otras, que son patrimonio musical de nuestro carnaval. diablada, danza orureña, 100% boliviana!!! Jallalla Bolivia!!! "
Por supuesto que en la vecina nación de Bolivia hay igualmente ciudadanos de mente más abierta, con más razón,expresión de ello es por ejemplo este articulo,escrito por un periodista independiente de esa nación, como es Don Agustin Echalar Azcarruz,quien en su interesante articulo: "El diablo no sabe para quien baile",sostiene:
"El anuncio de que la representante del Perú para el certamen de Miss Universo haya optado por llevar un traje inspirado en una danza típica de la zona del lago Titicaca, dicho más específicamente, de la fiesta de la Candelaria de Puno, ha hecho que los folkloristas bolivianos se pongan en pie de guerra, estaban dispuestos a ir hasta a la sede del concurso para armar un jaleo de los mil diablos.
El tema es ridículo, a fin de cuentas, no es más que un concurso de belleza, aunque convengamos que por su prestigio puede reportar alguna publicidad, digo, para que se hable de la riqueza folklórica que comparten estos dos países, que de tan parecidos a veces se confunden en uno solo. (Cuando empecé a trabajar en turismo, antes de conocer Puno, le pregunté a una colega cómo era esa ciudad. “Es como Oruro, pero con lago”, me contestó, y era una descripción impecable).
Los diablos orureños, los del viceministerio y otras instituciones están indignados porque sienten que les están robando su patrimonio. En estos tiempos de descolonización, suena curioso que se haga tanto bochinche por un símbolo tan español, tan colonizante, como es el diablo del Carnaval, y tan producto de la explotación sobre todo si está relacionado al duro trabajo de las minas.
El diablo es un personaje de las danzas carnavaleras católicas medioevales introducidas por los españoles, (dicho sea de paso, del mismo modo que el “danzanti”, que tanto entusiasmó a Sanjinés, el cineasta, y que le inspiró la película La Nación Clandestina), y es en realidad una muestra de cuán mestizo es nuestro ser, o si se quiere, de cuán españoles somos, no en la “zona sur” o en los salones donde se sirve chocolate, sino en las fiestas de pueblos tan andinos como Guaqui o Santiago de Machaca, y por supuesto en los grandes eventos folklóricos, vale decir, el Carnaval de Oruro, el Gran Poder de La Paz, y last but not least, la Candelaria de Puno.
El reclamo del viceministerio es provinciano y obtuso, por un lado, porque es una mirada que sólo llega al propio ombligo, sin percatarse de lo que pasa a menos de 150 km de nuestras fronteras, y demuestra también un desconocimiento de la dinámica de la cultura, que, en primer lugar, casi como axioma, no admite fronteras.
Este entredicho desnuda también la deleznabilidad del concepto de Patrimonio Cultural Intangible, precisamente porque las expresiones de cultura viva no se están quietas, mutan, se expanden, y eventualmente también desaparecen.
La concursante peruana, que es una bella mujer, ha tenido un gesto simpático con Puno y su folklore, y de paso, con Bolivia; más que criticarla, denunciarla o pretender enjuiciarla, habría que agradecérselo. Estoy casi seguro, que Don Álvaro García, que tiene experiencia con el trato de misses, estaría dispuesto a hacerlo. (La Razón, La Paz, Domingo 16 de Agosto del 2009)".
Son pues dos forms de ver el mundo,dos concepcioes totalmente contrapuestas, la de julio Alcón Salazar con la del Periodista Agustin Echalar,ambos de nacionalidad boliviana.Es muy lamentable que exista aún gente que piense que el mundo les pertenece solo a ellos.Lo cierto es que la cultura de los pueblos no siempre coincide con sus linderos politicos.Por ejemplo hay vascos españoles y vascos franceses,gauchos en Argentina, Brasil y Uruguay,guaranies en Brasil,Paraguay y Bolivia,quechuas en Perú,Ecuador,Bolivia,Chile y hasta en el Brasil.Y aqui paramos de contar.Esto demuestra que la cultura es amplia y elástica y que no permanece estática ,en un sólo lugar.Pero este fenómeno por desgracia no es muy comprendido por algunas personas como sucede con Julio Alcón Salazar y otros ciudadanos por el estilo,entre ellos el señor Evo Morales Ayma.Una lástima.
Fotos:
Superior:el periodista independiente Agustin Echalar de Bolivia.
Inferior: Dos personajes de la diablada de Puno.

jueves, 10 de diciembre de 2009

¿Existe robo del folclor boliviano?

Autor: Ramiro Sánchez Navarro.
De un tiempo a esta parte, algunos ciudadanos de la vecina nación de Bolivia,encabezados por su presidente Evo Morales Ayma vienen pregonando a los cuatro vientos de que los peruanos les estamos robando el folclor.Dicen que La Diablada es exclusivamente de Bolivia,al igual que el charango,el ekeko y no sabemos qué otras cosas más.También sostienen que los peruanos solo somos dueños de la marinera,del cajón ,con el que se anima nuestra música criolla.Ignoran que el Perú es un pais complejo,multilingue y multicultural,tan antiguo como las demás naciones,donde han existido antiguas civilizaciones.Confieso que resulta un tanto enojoso escribir sobre estas cosas,pero me veo obligado con fines de esclarecimiento,porque a decir verdad hay mucho desconocimiento del lado boliviano sobre el Perú,especialmente sobre su historia,su música,vale decir sobre su folclor,que no contribuye a una relación armoniosa.Y ojalá esto dé lugar a un debate alturado y esclarecedor.Veamos los argumentos de un ciudadano boliviano, que responde al nombre de Julio Alcón Salazar,que posee una cuenta en youtube con el nombre de morenococani:
"La morenada es de Bolivia, la diablada es de Bolivia, los caporales son de Bolivia y de ningún lado más, 100% boliviano, lo mejor del mundo!!!". "La Morenada, al igual que la Diablada, los Caporales y muchas otras danzas pertenecen al folklore boliviano, es absurdo escuchar que nuestros vecinos traten de usurpar, apropiarse de ello. Este canal está dedicado a difundir el folklore boliviano, especialmente la morenada, danza mayor de Bolivia, danza de la cual la mejor representante es mi fraternidad, la morenada central Oruro ,fundada por la comunidad Cocani, también resaltamos el trabajo de las bandas de música, que hacen posible que bailemos la morenada, entre las más destacadas tenemos a la Intercontinental Poopó, Espectacular Pagador, Espectacular Bolivia, Central Cocani y muchas otras de la ciudad de Oruro.Central ,la mejor del mundo, jallalla cocanis!!!Alguna sugerencia o consulta relacionada a nuestro folklore boliviano,
Jallalla Bolivia, jallalla cocanis!!!
Pd. Quisiera que ya no me contacten más peruanos, este canal esta sobre todo dedicado a la gente de mi querida Bolivia". Luego en carta de respuesta a Ramiro Snchez Navarro expresa:"Siempre defenderé lo que nos pertenece a los bolivianos, no por la cojudez de decir que fuimos Alto Perú vamos a cederles todo lo que pertenece culturalmente a los pueblos que actualmente conforman Bolivia, además siempre el Lago Titicaca fue una frontera natural entre Perú y Bolivia, nosotros los bolivianos estamos en todo el derecho de reclamar lo que nos pertenece y hace ya muchos años vienen usurpando ustedes, no es cuestión de ahora nomás, pero lamentablemente ahora los peruanos tienen el descaro de decir que danzas como La Diablada, La Morenada o inclusive algo del Neofolklore como son los Caporales son peruanos, cosa que da risa y además es ridículo, porque ustedes mismos en su prensa del siglo pasado dan cuenta de la bolivianización de su fiesta de Puno, criticando que en Puno se bailan danzas de la vecina Bolivia como la Morenada, Diablada, Kullawada, Llamerada, y recientemente Caporales, Tobas y Tinkus, olvidando danzas que pertenecen a Puno, ustedes a mediados del siglo pasado es recién cuando empiezan a conocer y practicar nuestras danzas, no por nada hasta ahora ustedes siguen llevando los trajes de nuestros bordadores, nuestras mejores bandas de Oruro y de La Paz, los grupos más reconocidos de Bolivia para amenizar sus fiestas y sobre todo plagiando los nombres de nuestras fraternidades.Respecto a la Diablada es una danza que evoca a la cultura Uru, que habitó lo que actualmente es Oruro, posteriormente en la época colonial llega a fusionarse las tradiciones de estos con la religión católica dando lugar a la Diablada, todo esto en Oruro, una ciudad minera y muy reconocida al igual que su vecina Potosí.
Respecto al Charango, ¿cómo que nos adueñamos? Si siempre nos perteneció, Potosí es la cuna del charango, nace en la época colonial en manos de los nativos que viendo a la guitarra española y otros cordófonos es que crean este instrumento, los primeros hechos con caparazones de Quirquinchos (animal que habita en Oruro y Potosí), además la prueba más clara es que en los sectores aledaños de Potosí existen variedad de charangos, y en Perú,¿ qué tienen??? NADA, sobre el Ekheko, es un diosecillo que pertenece a los Aymaras, y aclarando los Aymaras estuvieron divididos en castas, de ahí que en cada región aymara todos tienen lo suyo, es cierto que en Perú existen aymaras, pero son una minoría, en cambio en Bolivia somos la gran parte, además nosotros no usurpamos ninguna danza ni ritmo peruano, mucho menos decimos que es música andina, respetamos lo suyo y exigimos se respete lo nuestro como tal música boliviana, continuando con el Ekheko, es el símbolo de la fiesta de Alasitas, una festividad que exclusivamente se celebra en la ciudad de La Paz, en ningún departamento o región más se tiene esta celebración, y me admira que en Puno recién traten de usurpar absolutamente todas nuestras tradiciones, sabiendo que sus mismos antepasados jamás bailaron una Diablada o Morenada, mucho menos tocaron un Charango o supieron acerca del Ekheko, o sino dime, por qué el Charango es reconocido como boliviano, además acá tenemos a los más importantes intérpretes y reconocidos a nivel mundial como Ernesto Cavour, Eddy Navía, Donato Espinoza, Saúl Callejas, nuestros grupos como Savia Andina, Kjarkas, K'ala Marca, Llajtamanta, Proyecciób, son reconocidos a nivel mundial, especialmente en Europa y Japón, Savia Andina pisó el Olimpia de París llevando nuestra música, sobre nuestras danzas la UNESCO, luego de más de 10 años de investigaciones de todas las danzas del Carnaval de Oruro, lo declaró "Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad", además de ser un espectáculo único en el mundo por su carácter religioso y pagano, es la mayor muestra del folclor boliviano, y reconocido mundialmente, así que mientras ustedes sigan tratando de engañar al mundo bajo el pretexto de compartir, o de música andina, nosotros seguiremos diciendo la verdad, 100% boliviano!!!.Ahh y por si acaso yo no subí ninguna versión del Cóndor Pasa, luego de hacer unas investigaciones más profundas que demuestren lo que dije, pues recién subiremos, pues yo para escribir algo tengo que estar seguro de ello".
Réplica a las argumentaciones de Julio Alcón Salazar,morenococani:
He leido con sumo detenimiento tus mensajes donde dices que todo les pertenece. ¡Presenten pruebas!.No solamente es cosa de decir sino de presentar pruebas.El Cóndor Pasa es peruano.Pero suponiendo que hubiera surgido cerca a la frontera de Bolivia ,como dices, de todos modos es peruano.Eso no te da ningún derecho para decir que es boliviano y hacerlo pasar como tal, como ya lo ha hecho un compatriota tuyo."El cóndor pasa" es una zarzuela y su autor,Daniel Alomía Robles es un compositor mundialmente reconocido.Debes informarte mejor y no hacer cuestión de estado en cosas sin mayor sustento.
El charango tampoco es boliviano y es una gran falsedad que haya surgido en los socavones del Potosi y que haya sido reconocido como un instrumento tipicamente de Bolivia.Es un instrumento musical mestizo, cuyo inventor se desconoce, pero que lo hubo siempre en el Perú,donde está muy difundido y es una gran falsedad que algunos bolivianos digan que solamente en Puno se utiliza este instrumentyo musical.El quirquincho o armadillo no es un animal exclusivo de Bolivia,lo hay en Perú y en otros lugares del mundo y de su caparazón se hacen estos instrumentos. El Ekeko tampoco es sólo boliviano.Es producto de la cultura ancestral de los Tiahuanaco -Huari,una cultura pan andina. En ningún momento hemos dicho que por haber sido Bolivia,el Alto Perú, su folclor nos pertenesca.Eso es una especulación tuya y nada más o si alguien lo dijo en forma peregrina no concuerda con la realidad.Nosotros tenemos lo nuestro.Los urus habitan en el Titicaca y son igualmente peruanos.Lo que sucede es que tu ignoras muchas cosas.Tu intención de defender a rajatabla aquello que supones boliviano no estaria mal siempre y cuando lo defiendas con pleno conocimiento de causa.Pero muchas de tus afirmaciones carecen de un sólido fundamento.Te falta investigar más. Dices que los aymars del Perú son pocos.Lo que existe actualmente en el altiplano peruano-boliviano,el norte de Chile y de Argentina es solamente un reducto,porque esta raza,al igual que la quechua,fue pan andina y su área de expansión,en el actual territorio peruano,era mucho mayor en el periodo prehispánico. Volviendo al charango,nunca fue reconocido como boliviano.Fue a tu presidente reelecto Evo Morales Ayma,que se le ocurrió pregonar a los cuatro vientos que lo era y sin mayor fundamento o si no dime,quién es su autor.Don Evo es un politico populachero que para ganar réditos apela a cualquier recurso como es lanzar insultos, incluso a sus colegas de otras naciones como el Perú.Es un hombre tan ignorante en cosas de historia elemental y es una lástima que sea presidente de Bolivia,porque si el pueblo es ciego,el que gobierna por lo menos debe tener un ojo para ver,pero aqui se da en sentido inverso y ha dicho del Perú y de los peruanos muchas cosas sin mayor fundamento.Esto es lamentable sobre todo viniendo de un mandatario. Si dices que te robamos la música harias bien en no publicitarlo en demasia y en forma por demás irresponsable.Yo,si estuviera en tu lugar,lo que haria es denunciar con pelos y señales a quienes me lo roban.Asi de simple.
No hay ninguna bolivianización del departamento de Puno y para tu conocimiento alli también se celebra la fiesta de La Candelaria.Probablemente quienes lo hayan dicho son gente que no conoce la historia de ese pueblo.¿Sabes por ventura cuándo se fundó Puno?Tampoco hay pésima imitación de La Diablada y La Morenada en el lado peruano con respecto a lo que supones que hay en Bolivia y que según tu teoria es la original.Debes entender que éstas son variaciones como sucede con las lenguas y sus dialectos.Estas danzas tuvieron un tronco común en Juli, departamento de Puno,donde se establecieron los curas doctrineros ,cuya misión era evangelizar a los aymaras de todo el Altiplano y son ellos quienes han enseñado dichas danzas.Y como sucede con las lenguas, en las danzas coloniales también surgieron variaciones.El quechua ,que fue la lengua oficial de los Incas,del Tahuantinsuyo,tiene variaciones dialectales,el aymara también lo tiene.En la sierra de Lima tenemos el aru y el jakaru,que son variaciones del aymara. Y asi por el estilo, muchas otras lenguas la tienen y esto mismo sucede con la música.Bolivia tiene su huayno como lo tiene igualmente el Perú y ambos tienen sus caracterizaciones.Además, seria bueno que precices qué danzas se han olvidado en Puno,supuestamente para preferir las bolivianas y además, qué prensa peruana del siglo pasado ha dicho que Puno se ha bolivianizado.¿Como se titula esa prensa y quién es su autor?
Debes entender además que la cultura de un pueblo no siempre coincide con sus linderos politicos.Bolivia misma es una sociedad heterógenea,donde igualmente se habla,aparte del castellano,el guarani,el aymara,pero también el quechua como es el caso de Cochabamba y otros lugares de esa nación.
Finalmente me parece muy bien que defiendas el folclor de tu pais ,pero hazlo con pleno conocimiento de causa y sin menospreciar e insultar a los vecinos. Es una gran paradoja e ironias del destino que siendo Perú y Bolivia dos paises vecinos,con afinidades culturales y hasta raciales,las mismas no contribuyan a un buen entendimiento y a una promisoria integración sociocultural cuando surgen este tipo de nacionalismos exacerbados , xenófobos y trasnochados.Una lástima.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Aprovechando un momento de reposo, reflexiones de Don Florencio Llaja Portal.




Autor:Florencio Llaja Portal.


Fue un día 20 de junio de 1927, día de tanta memoria para mí, por haber sido una mañana donde mis ojos vieron la primera luz del día en esos rincones más humildes de nuestra patria. En esa tierra idílica pasaron los años de mi niñez, mi juventud y cuando empezaba a enfocarme la etapa de la vejez, a causa de perder a mi querido padre, me convertí en un vagabundo y afrontando los devenires de la vida, llegué a conocer casi todo el territorio de nuestra patria, pero donde quiera con la conciencia sana y tranquila, sin manchar esa alma blanca, que me fue modulando en esa linda tierra uchucmarquina, sobre todo en Puémbol. Ahora que me encuentro muy cerca de los confines de mi vida, acompañado de los 77 de años de edad, sellando toda verdad de ahora y del mañana; quiero decirte: ¡tierra querida!: acuérdate de mi ,cuando la aurora abra al sol el mágico palacio, que será mi sepultura. Entonces entraré meditabundo y soñador, mi alma cruzará el espacio silencioso . Quizás tu corazón aún palpite por el que se va. Cuando la tarde a liberar te invite, oye una voz, que se dirige a ti diciendo a través del viento:
¡Acuérdate de mí!
Será el momento preciso en que mi alma, acomodando mi maleta, se marchará al otro mundo, dejando como recuerdo el adiós y para siempre.Será el instante preciso cuando las ilusiones, las tragedias, los placeres y las sonrisas han de quedar empaquetadas en la nada. El aurora de nuestro Puémbol anunciará un nuevo dia y mi recuerdo quizás se ha de borrar con el paso inexorable del tiempo.
Una recomendación a mis queridos coterráneos:
Si en otras edades del tiempo han aparecido manchas negras de incomprensión, traten ahora de realizar asambleas constantes y practiquen diálogos, sin demostrar incompatibilidad, antagonismos o rencillas para poder borrar esas manchas negras con tinta blanca.
En las asambleas hay que aprovechar la sabiduría, que es la capacidad de valerse del conocimiento y entendimiento para resolver problemas, evitar peligros, dar buenos consejos y alcanzar metas… En esos momentos, tan desesperados, que se encontrarían quizás, como quisiera convertirme en viento para llegar en un instante hacia ustedes, sin que nadie me pueda ver y asi llegar, como si fuera un pulso abierto, latiendo en el aire la figura del pensamiento. Ahora me encuentro muy lejos y la distancia está acabando mi vida, la gran cadena de montañas es la muralla – tan alta – que nos separa y anochece nuestra visión, sin tregua. Si ese amor algún día deja de ser mío, levanten sus ojos al cielo, las nubes de otoño hablarán de mí, que ahora soy hojas del viento, dueño del recuerdo. Cuando el destino me lleve, en esos surcos quedará sembrado, aquella planta, con sus hojas vivas, que ni el correr de los años lo podrán borrar. Muy al contrario, esos retoños, de día en día se levantarán hasta llegar al término, que todos lo pueden ver. Todo recuerdo que grabé en estas láminas de papel, son los frutos que recogí en aquellos tiempos, en que tenía a mi lado a mi padre y a mi madre, quienes alumbraron en mis ojos, como dos faros incansables,la senda por donde debo seguir. La bendición del cielo jugueteaba en mi alma como criaturas ingratas. Me sentía muy feliz sin competencia. Crecí en un rosal, hasta que llegó un día 13 de mayo de 1968, todas las oscuridades del mundo se reunieron en son y al unísono: destruyeron mi vida eterna y todos mis anhelos fueron derrumbados al fondo del abismo, dejándome sin esperanzas, abatido por el tiempo como hojas secas que arrastra el viento. Así, caminando como un ciego llegué a este lugar y sólo por considerarme un padre de familia, rodeado por mis hijos, me puse a construir mi domicilio.
Ahora que estoy marcando los 77 años de edad, quisiera viajar a ese lugar, a ese pueblo que lo fundé para recoger los dulces abrazos de mi tierra; pero al invadirme la triste nostalgia y doloroso recuerdo, dejarían de ser dulces, sino salobres y amargos, porque al llegar a ese sitio placentero, recordaré de todo. El destino me esta enseñando tantas cosas y prefiero detenerme, aunque quiero seguir caminando todavía, hasta el día que Dios me recoja.

Lima, 20 de mayo del 2005
Fotos:
Superior:Procesión del Señor de los Milagros,el 14 de setiembre de 1959.La foto es cortesia del señor Aristides Dominguez Prieto.
Inferior: Pobladores del distrito de Uchucmarca posando para el recuerdo.Año 1987.

martes, 8 de diciembre de 2009

El Mandón,un relato tomado de la vida real.




Autor:Ramiro Sánchez Navarro.


Todas las tardes, cuando el sol trasponía los cerros que circundaban el pueblo de Uchucmarca, mi buena madre nos ordenaba a mi y a mi hermano mayor, de nombre Jaime Amado, a atrapar a las ariscas aves de corral para subirlas al gallinero, construido en el alar de la cocina-comedor. La última tarde estuve de muy mala suerte. Por más que me esforcé en correr tras ellas para cogerlas, ninguna cayó en mis manos. Mi hermano y mi madre, sin mayores esfuerzos, las iban cogiendo y colocando en el palo, que a modo de escalera, los conducía a su nido. Disgustada por mi ineptitud para realizar este tipo de tareas, ella me ordenó:
- Como no has podido coger las gallinas y subirlas a su gallinero, mañana mismo y bien temprano, te vas a traer las papas de donde tu tío Antolin. Y pobre de ti que no te fueras, porque te mandaré a palos.-al cabo de algunos momentos acotó:-tu tío Antolín nos ha vendido una melga, en Cascapuy.
- Mañana me iré pues-Le contesté, plenamente consciente de que para algo debería ser bueno.
A la mañana siguiente, muy de madrugada, me puse en camino. El sol aún no se mostraba tras el cerro Cashurco. Con la alforja al hombro, y a paso ligero, me fui desplazando por el áspero sendero, el cual siempre ascendente , conducía a todo viandante, primero al valle de Chibane y después a la pequeña meseta de Cascapuy, donde la casa de este pariente, con sus paredes de tapial y su techo de paja, se erigía ciclópea hacia el cielo. Lo circundaba un gran cerco de piedras y champas. Arribé a mi destino con un sol muy brillante que poco a poco se iba alzando en el firmamento. Tras un magro desayuno de papas con cáscara y caldo de huevos, que me sirvió tía Alicia, me encaminé a la chacra de papas, que colindaba con su casona. Allí, junto a un grupo de 15 personas, me puse a cosechar los tubérculos. Noté la presencia de gente forastera, procedente de un antiguo pueblo, llamado La Jalca, del colindante departamento de Amazonas. Se distinguían de los demás, tanto los hombres como las mujeres, por amarrarse la cabeza con largas pañoletas azulinas y por sus trajes colorados, que parecían estar uniformados. Se distinguían igualmente por usar Solpes, especie de redes, con los que aseguraban los equipajes, que cargaban sobre sus resistentes espaldas. Si bien el desayuno había sido frugal, en cambio el almuerzo prometía ser opíparo. Un grupo de mujeres encabezadas por la anfitriona de la casa, se encontraban ya preparando los suculentos potajes: caldo de huevos, sabrosas papas cocidas con cáscara en un gran perol; mazamorra elaborada con harina de trigo, fresca leche de vaca, azúcar, clavo y canela; chicharrones de chancho con mote. Las horas habían pasado rápidamente. Cuando el sol había llegado a su cenit, mi tía Alicia apareció en el patio y a voz en cuello nos pidió, a mi y a las personas que me acompañaban, que fuéramos a comer.
Dejando de lado las Pushanas, suerte de picotas de palo, con las que cosechábamos las papas, nos encaminamos a la casa anfitriona. En el patio había alrededor de 15 personas sentadas frente a frente, sobre rústicos asientos, teniendo de por medio montones de papas y mote cocidos, colocados sobre blancos manteles, extendidos sobre costales y estos a su vez sobre la mesa de tierra.

Los comensales le aplicaban buen diente a los chicharrones, a las papas y al mote. Yo y las tres personas -dos hombres y una mujer-, fuimos invitados por la hermana de mi madre a su cocina. Allí estaba Segundo, el nuevo sirviente, matando su hambre. Me senté sobre un banquito de madera, poniendo a un costado mi alforja viajera. En lo mejor del almuerzo, cuando me había llevado al estómago algunos bocados de papas y mote, ingresó de improviso el dueño de la casa y al toque nos ordenó ,a mi y a Segundo, a irnos pronto al fondo del valle, con el encargo de pasar hacia la otra orilla del río Chibane a un potro arisco. Contra mi voluntad y lamentando mi mala suerte, me puse de pie. Lo propio hizo Segundo. Ambos comenzamos a recorrer el sinuoso caminejo, que se precipitaba ladera abajo hacia el río, que culebreaba por el fondo de la cañada con sus aguas cristalinas y espumosas. Mientras caminábamos un sentimiento de indignación y amargura se había ido adueñando de nosotros por la autoritaria y abusiva conducta de este pariente por afinidad, ya que nos estaba privando del almuerzo. Aunque su conducta no me extrañaba, pues muchacho que llegaba por su casa, aún cuando fuera acompañado de sus padres, rara vez podía escapar de sus arbitrariedades, propias de mandón incorregible. No obstante haberse casado con una joven mujer, 12 años menor, atractiva y de buen porte, que bien podía haberle dado un buen número de hijos, clamorosamente no los tenía a causa de su infertilidad, que a no dudarlo era genético y a la vez hereditario. Su hermano Víctor, tampoco los podía procrear con su mujer, quien concibió una hija, gracias al favor que le hizo uno de sus cuñados, esposo de una de sus hermanas.

Duro, muy duro era ganarse el pan cotidiano para cualquier niño pobre, que llegaba por su casa, en busca de amparo y sustento. Comenzaba allí uno a ganarse la vida realizando un sin número de tareas, de tal forma que no podía mantenerse un solo momento ocioso, bajo el dicho de que “muchacho acomedido come de lo escondido”. Por lo general, cuando nos invitaba a almorzar, nos pedía súbitamente que saliéramos un momento a percatarnos de que su manada de ovejas, o de chanchos, no estuvieran causando perjuicio en sus chacras de papas. su fundado temor casi siempre lo asaltaba en el momento del almuerzo. A esa hora los redomados y dañinos animales estaban, en efecto, en los cultivos de papas despachándose a sus regalados gustos. Sacarlos era toda una odisea. Apenas sentían nuestra presencia echaban a correr de un lado para otro de las sementeras, estropeando todo y cuando al fin y al cabo eran expulsados a punta de palizas o pedradas, quedaba la tediosa tarea de levantar las cercas y los portillos. Mas, aquí no terminaba el drama. De vuelta a la cocina – comedor, nos dábamos con la ingrata sorpresa de no encontrar aquel almuerzo, casi siempre de papas sancochadas y caldillo de huevos, que aplacaban muy bien el hambre.

Nos habíamos dado prisa en bajar por la fragosa ladera hacia el fondo del valle, donde a la otra orilla del Chibane ciertamente estaba aguardándonos el equino, que nos miraba de hito en hito, tras morder las hierbas del suelo. Mientras vadeábamos aquel río de aguas transparentes, pensé que no sería difícil pasarlo al otro lado de la orilla del rio.¡Qué equivocado estaba! Ya en la margen opuesta nos dispusimos a acorralarlo. Segundo, interponiéndose en su posible escapatoria hacia el camino de subida; y yo, del sendero que iba de bajada. El brioso potro se disparó cuesta arriba, con dirección a la laguna de Michimal. Y cuando al cabo de unos minutos de correr tras el cuadrúpedo lográbamos darle alcance, cortándole la viada por los atajos, comenzaba entonces a galopar en sentido contrario.
Largo rato estuvimos corriendo tras el chúcaro que parecía burlarse de nosotros, pues resoplando fuertemente, de pronto comenzó a zurrarse, saturando el ambiente con un olor a estiércol. El constante trajinar cada vez nos agotaba las energías y un perlado sudor iba aflorando por nuestros rostros, curtidos por el sol quemante y el aire seco de la puna. El solípedo animal también se fue cansando; cada vez corría menos. En nosotros alentaba ya la esperanza de que, una vez agotado, lo podríamos pasar al otro lado del río. Súbitamente escuchamos la voz del mandón, que vibrante penetraba en nuestros oídos profanando aquellos silencios campestres_
- ¡Pedazo de inútiles que no pueden pasar ese caballo! ¡pásenlo rápido! ¡Carajo!- Nos gritaba una y otra vez.
Era ya de esperar los improperios del mandón. El tiempo había transcurrido raudamente, más allá de lo previsto. Al escuchar sus airados reclamos nos paramos un momento. Simultáneamente echamos un vistazo ladera arriba. Logramos ubicarlo subido sobre una gran piedra, cuyo nombre en quechua era precisamente Hatunrumi o “piedra grande”, que por esos milagros y caprichos de la naturaleza había quedado sembrada al comienzo de aquella ladera. Sobre la gran mole, cual estatua viviente, el mandamás permaneció un buen lapso. Cuando al cabo de un rato al fin logramos pasarlo a la otra orilla, el mandón abandonó aquel mirador pétreo y se borró de nuestras vistas.

Ya libres de este compromiso, que era como haberse quitado un peso de encima, empezamos a escalar la fragosa ladera, con descansos de trecho en trecho, que nos servían asimismo para tomar aliento. Al cabo de un rato arribamos a la casa del amo. Traspusimos la tranca de madera, que daba acceso a sus dominios. Advertí que todos los visitantes ya no estaban en el espacioso patio, que ahora presentaba un aspecto tristón y solitario. Se hallaba allí mi tía Alicia tejiendo un poncho. El largo tejido, granate oscuro, estaba asegurado de uno de sus extremos, a una fornida planta de Saúco, cuyo tronco mostraba las huellas visibles de la soga. Del extremo opuesto, lo sostenía la tejedora con una gruesa guashaparina que, como un ancho cinturón, ceñía su cintura y sostenía todo el tejido, gracias al travesaño de madera al cual se ataban sus extremos. Seguimos avanzado; yo detrás de Segundo. En la creencia de que íbamos a ser premiados por el mandón, quien, en mi ingenuidad, pensaba que nos daría por lo menos las gracias, hacía de que nos pusiéramos contentos. En efecto, como si tal cosa se propusiera, el mandón nos aguardaba casi al final de la senda, que daba al patio casero. Un mal presentimiento me asaltó cuando noté que bajo el poncho que le cubría las espaldas y la cintura, le colgaba el látigo cogido con sus dos manos puestas hacia atrás. Avanzamos un poco más, lo cual me permitió ver con claridad que trataba de ocultar el rebenque, hecho con cuero de res; especie de soga trenzada y que remataba en largos flecos. Intuí que, como recompensa, íbamos a recibir una buena tunda. Me precaví ante esta potencial amenaza retrazándome un poco más que mi acompañante.
- Vengan, vengan hijos para darles su merecido. Aquí les tengo sus premios........
Segundo aceleró la marcha sintiendo una súbita alegría. Sin mediar palabra, cuando lo tuvo a su alcance, lo cogió violentamente de los cabellos y lo tiró al suelo y sobre su cuerpo yaciente le puso la pesada bota de jebe, cayéndole al instante una lluvia de latigazos. Mi torturado acompañante parecía un epiléptico. Se contorsionaba en el suelo, gritando a voz en cuello: “Ay taitito,(ay padrecito) ya no me pegue.”
- Esto te doy para que aprendas a no demorarte nunca más, ¡so carajo!.- Y los chicotazos le seguían cayendo inmisericordes unos tras otros.
A una prudencial distancia me había quedado plantado viendo la dramática escena, sintiéndome impotente de poder ayudarlo en su desgracia. Cuando el Mandón se cansó de castigarlo, volvió su iracunda miraba hacia mi al tiempo que me gritaba:- “ahora te toca a ti, ¡desgraciado!. Hoy es cuando chupas (recibes castigo)de mis manos. Salvaré las cenizas de tu padre”.
Blandiendo el chicote corrió hacía mi, pero no me pudo coger, porque de inmediato apreté la carrera con dirección a la tranca giratoria. Me di cuenta que no podía atraparme debido al cansancio, a sus pesadas botas de jebe y a la poca costumbre de correr. Un buen rato me estuvo correteando alrededor de la cerca.
De trecho en trecho me paraba, entonces el amo, con espíritu triunfal, cobraba muchos bríos, esforzándose por correr más de prisa, dejándome oír una vez más su eslogans “ahora salvaré el alma de tu padre”.
Ahora que lo recuerdo, el autor de mis días, convencido de su mal incurable y de su fin, que se acercaba, le había pedido a este tío encargarse del cuidado de nosotros, sus hijos; es decir de mi, que por aquel entonces, mi edad no pasaba de los ocho años; la de mi hermano mayor, de 10 y de mi hermana menor, de seis.
La muerte, liberadora de tanto sufrimiento humanos, al fin decidió llevárselo. Pues mi pobre padre acabó con su vida de tanto arrojar sangre por la boca y la nariz. Algunas veces, aquellos coágulos de sangre me tocaba enterrar en el huerto, del pie de la casa, valiéndome de un cuchillo y transportándolo en una bacinica.
Desde entonces el mandón se convirtió en una especie de amo y señor de nuestras tiernas existencias. Costumbre era ya ,cuando en algún tramo del camino nos alcanzaba, o nosotros a él. Nos desmontaba del burro, que nos cargaba a mi y a mi hermano Jaime Amado, para luego cabalgarlo él, muy cómodamente. Otras veces nos obligaba a servirle como arrieros, mayormente cuando se trataba del acarreo de papas y otros tubérculos, desde sus chacras arriba en la puna hasta su casa pueblerina.
Con el tiempo le fuimos cogiendo fobia. Apenas lo divisábamos en algún lugar del camino, acelerábamos la marcha para alejarnos lo más que podíamos de él; o de lo contrario, buscábamos escondernos, de tal manera que no lograra descubrirnos.
En esta última vez, cuando se propuso “salvar las cenizas y el alma de mi padre”; andaba por los doce años de edad y no estaba dispuesto a que este mandón siguiera abusando de mi.
Por eso, cuando me perseguía chicote en mano para también dizque “bautizarme”, decidí enrumbar mis pasos por aquella senda sinuosa que me conducía a mi casa. En mi precipitada huida no tuve tiempo de abrir su tranca, para ponerme a salvo en el camino real, entonces traspuse ágilmente la pirca, la pared de piedras que circulaba sus dominios. Cuando había caminado un par de cuadras me acordé de mi alforja, andariega como yo, y de pronto me cogió una repentina tristeza, ya que ella formaba parte de mi perruna existencia. La imaginé abandonada en algún rincón de la cocina, aguardando ser rescatada por mi. Entonces presuroso desanduve el trayecto y a los pocos instantes pasé cerca de él, que aún se encontraba en la tranca, probablemente esperando mi regreso o quizás únicamente observando mi partida, que guardaba cierta semejanza con una precipitada fuga. Advertí que ganas no le faltaban para tomarme del cuello, o de los pelos, para aplicarme el consabido castigo, pero entre los dos se interponía la tranca y la cerca. A paso ligero avancé por el caminejo que bordeaba el cerco. Luego ingresé a su querencia. Intentó darme el encuentro, pero se contuvo al ver que me encaminaba hacia él. Y como había ocurrido en otras circunstancias, con otros niños objetos de su enojo, que terminaban rindiéndose y pidiéndole perdón, pensó seguramente que yo igualmente le iba a pedir clemencia y de paso aceptar resignadamente el castigo. Según su creencia, era indispensable que me castigara, ya que así mi difunto progenitor salvaría su alma pecadora, que por lo visto, lo suponía en el infierno o en el purgatorio. Poco a poco me fui acercando hacía él y cuando imaginó tenerme ya casi al alcance de sus manos súbitamente eché a correr lo más que pude para tomarle ventaja y con dirección a su cocina – comedor. De nuevo escuché sus imprecaciones y el ruido de sus botas tras de mi, gritando a voz en cuello que era un “maldito”, que nunca tendría el perdón de Dios y que me iba a pudrir en el purgatorio. En atropellada carrera ingresé a la semioscura cocina, que para mi representaba una trampa segura. Sobre el banquito de madera, que me había servido de asiento, encontré la alforja tal como lo había dejado, al momento de ir al río Chibane; al toque la cogí y cuando me disponía a salir, el mandón en frenética carrera, intentó atraparme en la puerta, en la que tanto yo temía, pero perdió el control y por poco casi cae de bruces. Tuvo que apoyarse con la diestra en el marco de aquella puerta, de una sola hoja, para no sufrir una caída aparatosa.
- Agárralo ahí, Alicia! Dale con la callua.- Le pedía a gritos a su esposa, al momento en que pasé agazapado bajo la urdimbre de su tejido, para luego enrumbar a mi casa. jadeante y sudoroso, pero agitando amenazadoramente su rebenque, corrió detrás de mí. Convencido de su fracaso, se quedó observándome desde aquella tranca testiga de mi peripecia. Entre tanto me fui alejando cada vez más, hasta ocultarme de su vista. Caminaba lamentando mi mala suerte y con la alforja vacía, colgando de mi mano derecha. Arribé hora y madia después al hogar de mi dulce ensoñación, donde mi madre me aguardaba con la idea de que llegaría portando las consabidas papas. La encontré sentada en la puerta de la cocina-comedor, ocupada en hilar, en una rueca, un guango o copo de lana. Calladamente escuchó mis quejas e imprecaciones contra el mandón. Desde entonces me hice la promesa de no volver a pisar su casa, de ingratísimo recuerdo para mi. Empero, aquella noche, mientras dormía, me vi comiendo aquellas papas que no las pude traer en mi alforja.

Fotos:
Superior: Alfonso Presbitero Sánchez Bazán (1925-1963).
Inferior: Una calle tradicional del pueblo de Uchucmarca,en la Provincia de Bolivar,Departamento de La Libertad,Perú.










Autor: Ramiro Sánchez Navarro.

Todas las tardes, cuando el sol trasponía los cerros que circundaban el pueblo de Uchucmarca, mi buena madre nos ordenaba a mi y a mi hermano mayor, de nombre Jaime Amado, a atrapar a las ariscas aves de corral para subirlas al gallinero, construido en el alar de la cocina-comedor. La última tarde estuve de muy mala suerte. Por más que me esforcé en correr tras ellas para cogerlas, ninguna cayó en mis manos. Mi hermano y mi madre, sin mayores esfuerzos, las iban cogiendo y colocando en el palo, que a modo de escalera, los conducía a su nido. Disgustada por mi ineptitud para realizar este tipo de tareas, ella me ordenó:
- Como no has podido coger las gallinas y subirlas a su gallinero, mañana mismo y bien temprano, te vas a traer las papas de donde tu tío Antolin. Y pobre de ti que no te fueras, porque te mandaré a palos.-al cabo de algunos momentos acotó:-tu tío Antolín nos ha vendido una melga, en Cascapuy.
- Mañana me iré pues-Le contesté, plenamente consciente de que para algo debería ser bueno.
A la mañana siguiente, muy de madrugada, me puse en camino. El sol aún no se mostraba tras el cerro Cashurco. Con la alforja al hombro, y a paso ligero, me fui desplazando por el áspero sendero, el cual siempre ascendente , conducía a todo viandante, primero al valle de Chibane y después a la pequeña meseta de Cascapuy, donde la casa de este pariente, con sus paredes de tapial y su techo de paja, se erigía ciclópea hacia el cielo. Lo circundaba un gran cerco de piedras y champas. Arribé a mi destino con un sol muy brillante que poco a poco se iba alzando en el firmamento. Tras un magro desayuno de papas con cáscara y caldo de huevos, que me sirvió tía Alicia, me encaminé a la chacra de papas, que colindaba con su casona. Allí, junto a un grupo de 15 personas, me puse a cosechar los tubérculos. Noté la presencia de gente forastera, procedente de un antiguo pueblo, llamado La Jalca, del colindante departamento de Amazonas. Se distinguían de los demás, tanto los hombres como las mujeres, por amarrarse la cabeza con largas pañoletas azulinas y por sus trajes colorados, que parecían estar uniformados. Se distinguían igualmente por usar Solpes, especie de redes, con los que aseguraban los equipajes, que cargaban sobre sus resistentes espaldas. Si bien el desayuno había sido frugal, en cambio el almuerzo prometía ser opíparo. Un grupo de mujeres encabezadas por la anfitriona de la casa, se encontraban ya preparando los suculentos potajes: caldo de huevos, sabrosas papas cocidas con cáscara en un gran perol; mazamorra elaborada con harina de trigo, fresca leche de vaca, azúcar, clavo y canela; chicharrones de chancho con mote. Las horas habían pasado rápidamente. Cuando el sol había llegado a su cenit, mi tía Alicia apareció en el patio y a voz en cuello nos pidió, a mi y a las personas que me acompañaban, que fuéramos a comer.
Dejando de lado las Pushanas, suerte de picotas de palo, con las que cosechábamos las papas, nos encaminamos a la casa anfitriona. En el patio había alrededor de 15 personas sentadas frente a frente, sobre rústicos asientos, teniendo de por medio montones de papas y mote cocidos, colocados sobre blancos manteles, extendidos sobre costales y estos a su vez sobre la mesa de tierra.

Los comensales le aplicaban buen diente a los chicharrones, a las papas y al mote. Yo y las tres personas -dos hombres y una mujer-, fuimos invitados por la hermana de mi madre a su cocina. Allí estaba Segundo, el nuevo sirviente, matando su hambre. Me senté sobre un banquito de madera, poniendo a un costado mi alforja viajera. En lo mejor del almuerzo, cuando me había llevado al estómago algunos bocados de papas y mote, ingresó de improviso el dueño de la casa y al toque nos ordenó ,a mi y a Segundo, a irnos pronto al fondo del valle, con el encargo de pasar hacia la otra orilla del río Chibane a un potro arisco. Contra mi voluntad y lamentando mi mala suerte, me puse de pie. Lo propio hizo Segundo. Ambos comenzamos a recorrer el sinuoso caminejo, que se precipitaba ladera abajo hacia el río, que culebreaba por el fondo de la cañada con sus aguas cristalinas y espumosas. Mientras caminábamos un sentimiento de indignación y amargura se había ido adueñando de nosotros por la autoritaria y abusiva conducta de este pariente por afinidad, ya que nos estaba privando del almuerzo. Aunque su conducta no me extrañaba, pues muchacho que llegaba por su casa, aún cuando fuera acompañado de sus padres, rara vez podía escapar de sus arbitrariedades, propias de mandón incorregible. No obstante haberse casado con una joven mujer, 12 años menor, atractiva y de buen porte, que bien podía haberle dado un buen número de hijos, clamorosamente no los tenía a causa de su infertilidad, que a no dudarlo era genético y a la vez hereditario. Su hermano Víctor, tampoco los podía procrear con su mujer, quien concibió una hija, gracias al favor que le hizo uno de sus cuñados, esposo de una de sus hermanas.

Duro, muy duro era ganarse el pan cotidiano para cualquier niño pobre, que llegaba por su casa, en busca de amparo y sustento. Comenzaba allí uno a ganarse la vida realizando un sin número de tareas, de tal forma que no podía mantenerse un solo momento ocioso, bajo el dicho de que “muchacho acomedido come de lo escondido”. Por lo general, cuando nos invitaba a almorzar, nos pedía súbitamente que saliéramos un momento a percatarnos de que su manada de ovejas, o de chanchos, no estuvieran causando perjuicio en sus chacras de papas. Su fundado temor casi siempre lo asaltaba en el momento del almuerzo. A esa hora los redomados y dañinos animales estaban, en efecto, en los cultivos de papas despachándose a sus regalados gustos. Sacarlos era toda una odisea. Apenas sentían nuestra presencia echaban a correr de un lado para otro de las sementeras, estropeando todo y cuando al fin y al cabo eran expulsados a punta de palizas o pedradas, quedaba la tediosa tarea de levantar las cercas y los portillos. Más, aquí no terminaba el drama. De vuelta a la cocina – comedor, nos dábamos con la ingrata sorpresa de no encontrar aquel almuerzo, casi siempre de papas sancochadas y caldillo de huevos, que aplacaban muy bien el hambre.

Nos habíamos dado prisa en bajar por la fragosa ladera hacia el fondo del valle, donde a la otra orilla del Chibane ciertamente estaba aguardándonos el equino, que nos miraba de hito en hito, tras morder las hierbas del suelo. Mientras vadeábamos aquel río de aguas transparentes, pensé que no sería difícil pasarlo hacia el otro lado de la orilla del rio.¡Qué equivocado estaba! Ya en la margen opuesta nos dispusimos a acorralarlo. Segundo, interponiéndose en su posible escapatoria hacia el camino de subida; y yo, del sendero que iba de bajada. El brioso potro se disparó cuesta arriba, con dirección a la laguna de Michimal. Y cuando al cabo de unos minutos de correr tras el cuadrúpedo lográbamos darle alcance, cortándole la viada por los atajos, comenzaba entonces a galopar en sentido contrario.
Largo rato estuvimos corriendo tras el chúcaro que parecía burlarse de nosotros, pues resoplando fuertemente, de pronto comenzó a zurrarse, saturando el ambiente con un olor a estiércol. El constante trajinar cada vez nos agotaba las energías y un perlado sudor iba aflorando por nuestros rostros, curtidos por el sol quemante y el aire seco de la puna. El solípedo animal también se fue cansando; cada vez corría menos. En nosotros alentaba ya la esperanza de que, una vez agotado, lo podríamos pasar al otro lado del río. Súbitamente escuchamos la voz del mandón, que vibrante penetraba en nuestros oídos profanando aquellos silencios campestres_
- ¡Pedazo de inútiles que no pueden pasar ese caballo! ¡pásenlo rápido! ¡Carajo!- Nos gritaba una y otra vez.
Era ya de esperar los improperios del mandón. El tiempo había transcurrido raudamente, más allá de lo previsto. Al escuchar sus airados reclamos nos paramos un momento. Simultáneamente echamos un vistazo ladera arriba. Logramos ubicarlo subido sobre una gran piedra, cuyo nombre en quechua era precisamente Hatunrumi o “piedra grande”, que por esos milagros y caprichos de la naturaleza había quedado sembrada al comienzo de aquella ladera. Sobre la gran mole, cual estatua viviente, el mandamás permaneció un buen lapso. Cuando al cabo de un rato al fin logramos pasarlo a la otra orilla, el mandón abandonó aquel mirador pétreo y se borró de nuestras vistas.

Ya libres de este compromiso, que era como haberse quitado un peso de encima, empezamos a escalar la fragosa ladera, con descansos de trecho en trecho, que nos servían asimismo para tomar aliento. Al cabo de un rato arribamos a la casa del amo. Traspusimos la tranca de madera, que daba acceso a sus dominios. Advertí que todos los visitantes ya no estaban en el espacioso patio, que ahora presentaba un aspecto tristón y solitario. Se hallaba allími tía Alicia tejiendo un poncho. El largo tejido, granate oscuro, estaba asegurado de uno de sus extremos, a una fornida planta de Saúco, cuyo tronco mostraba las huellas visibles de la soga. Del extremo opuesto, lo sostenía la tejedora con una gruesa guashaparina que, como un ancho cinturón, ceñía su cintura y sostenía todo el tejido, gracias al travesaño de madera al cual se ataban sus extremos. Seguimos avanzado; yo detrás de Segundo. En la creencia de que íbamos a ser premiados por el mandón, quien, en mi ingenuidad, pensaba que nos daría por lo menos las gracias, hacía de que nos pusiéramos contentos. En efecto, como si tal cosa se propusiera, el mandón nos aguardaba casi al final de la senda, que daba al patio casero. Un mal presentimiento me asaltó cuando noté que bajo el poncho que le cubría las espaldas y la cintura, le colgaba el látigo cogido con sus dos manos puestas hacia atrás. Avanzamos un poco más, lo cual me permitió ver con claridad que trataba de ocultar el rebenque, hecho con cuero de res; especie de soga trenzada y que remataba en largos flecos. Intuí que, como recompensa, íbamos a recibir una buena tunda. Me precaví ante esta potencial amenaza retrazándome un poco más que mi acompañante.
- Vengan, vengan hijos para darles su merecido. Aquí les tengo sus premios........
Segundo aceleró la marcha sintiendo una súbita alegría. Sin mediar palabra, cuando lo tuvo a su alcance, lo cogió violentamente de los cabellos y lo tiró al suelo y sobre su cuerpo yaciente le puso la pesada bota de jebe, cayéndole al instante una lluvia de latigazos. Mi torturado acompañante parecía un epiléptico. Se contorsionaba en el suelo, gritando a voz en cuello: “Ay taito, ya no me pegue.”
- Esto te doy para que aprendas a no demorarte nunca más, ¡so carajo!.- Y los chicotazos le seguían cayendo inmisericordes unos tras otros.
A una prudencial distancia me había quedado plantado viendo la dramática escena, sintiéndome impotente de poder ayudarlo en su desgracia. Cuando el Mandón se cansó de castigarlo, volvió su iracunda miraba hacia mi al tiempo que me gritaba:- “ahora te toca a ti, ¡desgraciado!. Hoy es cuando chupas (recibes castigo)de mis manos. Salvaré las cenizas de tu padre”.
Blandiendo el chicote corrió hacía mi, pero no me pudo coger, porque de inmediato apreté la carrera con dirección a la tranca giratoria. Me di cuenta que no podía atraparme debido al cansancio, a sus pesadas botas de jebe y a la poca costumbre de correr. Un buen rato me estuvo correteando alrededor de la cerca.
De trecho en trecho me paraba, entonces el amo, con espíritu triunfal, cobraba muchos bríos, esforzándose por correr más de prisa, dejándome oír una vez más su eslogans “ahora salvaré el alma de tu padre”.
Ahora que lo recuerdo, el autor de mis días, convencido de su mal incurable y de su fin, que se acercaba, le había pedido a este tío encargarse del cuidado de nosotros, sus hijos; es decir de mi, que por aquel entonces, mi edad no pasaba de los ocho años; la de mi hermano mayor, de 10 y de mi hermana menor, de seis.
La muerte, liberadora de tanto sufrimiento humanos, al fin decidió llevárselo. Pues mi pobre padre acabó con su vida de tanto arrojar sangre por la boca y la nariz. Algunas veces, aquellos coágulos de sangre me tocaba enterrar en el huerto, del pie de la casa, valiéndome de un cuchillo y transportándolo en una bacinica.
Desde entonces el mandón se convirtió en una especie de amo y señor de nuestras tiernas existencias. Costumbre era ya ,cuando en algún tramo del camino nos alcanzaba, o nosotros a él. Nos desmontaba del burro, que nos cargaba a mi y a mi hermano Jaime Amado, para luego cabalgarlo él, muy cómodamente. Otras veces nos obligaba a servirle como arrieros, mayormente cuando se trataba del acarreo de papas y otros tubérculos, desde sus chacras arriba en la puna hasta su casa pueblerina.
Con el tiempo le fuimos cogiendo fobia. Apenas lo divisábamos en algún lugar del camino, acelerábamos la marcha para alejarnos lo más que podíamos de él; o de lo contrario, buscábamos escondernos, de tal manera que no lograra descubrirnos.
En esta última vez, cuando se propuso “salvar las cenizas y el alma de mi padre”; andaba por los doce años de edad y no estaba dispuesto a que este mandón siguiera abusando de mi.
Por eso, cuando me perseguía chicote en mano para también dizque “bautizarme”, decidí enrumbar mis pasos por aquella senda sinuosa que me conducía a mi casa. En mi precipitada huida no tuve tiempo de abrir su tranca, para ponerme a salvo en el camino real, entonces traspuse ágilmente la pirca, la pared de piedras que circulaba sus dominios. Cuando había caminado un par de cuadras me acordé de mi alforja, andariega como yo, y de pronto me cogió una repentina tristeza, ya que ella formaba parte de mi perruna existencia. La imaginé abandonada en algún rincón de la cocina, aguardando ser rescatada por mi. Entonces presuroso desanduve el trayecto y a los pocos instantes pasé cerca de él, que aún se encontraba en la tranca, probablemente esperando mi regreso o quizás únicamente observando mi partida, que guardaba cierta semejanza con una precipitada fuga. Advertí que ganas no le faltaban para tomarme del cuello, o de los pelos, para aplicarme el consabido castigo, pero entre los dos se interponía la tranca y la cerca. A paso ligero avancé por el caminejo que bordeaba el cerco. Luego ingresé a su querencia. Intentó darme el encuentro, pero se contuvo al ver que me encaminaba hacia él. Y como había ocurrido en otras circunstancias, con otros niños objetos de su enojo, que terminaban rindiéndose y pidiéndole perdón, pensó seguramente que yo igualmente le iba a pedir clemencia y de paso aceptar resignadamente el castigo. Según su creencia, era indispensable que me castigara, ya que así mi difunto progenitor salvaría su alma pecadora, que Todas las tardes, cuando el sol trasponía los cerros que circundaban el pueblo de Uchucmarca, mi buena madre nos ordenaba a mi y a mi hermano mayor, de nombre Jaime Amado, a atrapar a las ariscas aves de corral para subirlas al gallinero, construido en el alar de la cocina-comedor. La última tarde estuve de muy mala suerte. Por más que me esforcé en correr tras ellas para cogerlas, ninguna cayó en mis manos. Mi hermano y mi madre, sin mayores esfuerzos, las iban cogiendo y colocando en el palo, que a modo de escalera, los conducía a su nido. Disgustada por mi ineptitud para realizar este tipo de tareas, ella me ordenó:
- Como no has podido coger las gallinas y subirlas a su gallinero, mañana mismo y bien temprano, te vas a traer las papas de donde tu tío Antolin. Y pobre de ti que no te fueras, porque te mandaré a palos.-al cabo de algunos momentos acotó:-tu tío Antolín nos ha vendido una melga, en Cascapuy.
- Mañana me iré pues-Le contesté, plenamente consciente de que para algo debería ser bueno.
A la mañana siguiente, muy de madrugada, me puse en camino. El sol aún no se mostraba tras el cerro Cashurco. Con la alforja al hombro, y a paso ligero, me fui desplazando por el áspero sendero, el cual siempre ascendente , conducía a todo viandante, primero al valle de Chibane y después a la pequeña meseta de Cascapuy, donde la casa de este pariente, con sus paredes de tapial y su techo de paja, se erigía ciclópea hacia el cielo. Lo circundaba un gran cerco de piedras y champas. Arribé a mi destino con un sol muy brillante que poco a poco se iba alzando en el firmamento. Tras un magro desayuno de papas con cáscara y caldo de huevos, que me sirvió tía Alicia, me encaminé a la chacra de papas, que colindaba con su casona. Allí, junto a un grupo de 15 personas, me puse a cosechar los tubérculos. Noté la presencia de gente forastera, procedente de un antiguo pueblo, llamado La Jalca, del colindante departamento de Amazonas. Se distinguían de los demás, tanto los hombres como las mujeres, por amarrarse la cabeza con largas pañoletas azulinas y por sus trajes colorados, que parecían estar uniformados. Se distinguían igualmente por usar Solpes, especie de redes, con los que aseguraban los equipajes, que cargaban sobre sus resistentes espaldas. Si bien el desayuno había sido frugal, en cambio el almuerzo prometía ser opíparo. Un grupo de mujeres encabezadas por la anfitriona de la casa, se encontraban ya preparando los suculentos potajes: caldo de huevos, sabrosas papas cocidas con cáscara en un gran perol; mazamorra elaborada con harina de trigo, fresca leche de vaca, azúcar, clavo y canela; chicharrones de chancho con mote. Las horas habían pasado rápidamente. Cuando el sol había llegado a su cenit, mi tía Alicia apareció en el patio y a voz en cuello nos pidió, a mi y a las personas que me acompañaban, que fuéramos a comer.
Dejando de lado las Pushanas, suerte de picotas de palo, con las que cosechábamos las papas, nos encaminamos a la casa anfitriona. En el patio había alrededor de 15 personas sentadas frente a frente, sobre rústicos asientos, teniendo de por medio montones de papas y mote cocidas, colocados sobre blancos manteles, extendidos sobre costales y estos a su vez sobre la mesa de tierra.

Los comensales le aplicaban buen diente a los chicharrones, a las papas y al mote. Yo y las tres personas -dos hombres y una mujer-, fuimos invitados por la hermana de mi madre a su cocina. Allí estaba Segundo, el nuevo sirviente, matando su hambre. Me senté sobre un banquito de madera, poniendo a un costado mi alforja viajera. En lo mejor del almuerzo, cuando me había llevado al estómago algunos bocados de papas y mote, ingresó de improviso el dueño de la casa y al toque nos ordenó ,a mi y a Segundo, a irnos pronto al fondo del valle, con el encargo de pasar hacia la otra orilla del río Chibane a un potro arisco. Contra mi voluntad y lamentando mi mala suerte, me puse de pie. Lo propio hizo Segundo. Ambos comenzamos a recorrer el sinuoso caminejo, que se precipitaba ladera abajo hacia el río, que culebreaba por el fondo de la cañada con sus aguas cristalinas y espumosas. Mientras caminábamos un sentimiento de indignación y amargura se había ido adueñando de nosotros por la autoritaria y abusiva conducta de este pariente por afinidad, ya que nos estaba privando del almuerzo. Aunque su conducta no me extrañaba, pues muchacho que llegaba por su casa, aún cuando fuera acompañado de sus padres, rara vez podía escapar de sus arbitrariedades, propias de mandón incorregible. No obstante haberse casado con una joven mujer, 12 años menor, atractiva y de buen porte, que bien podía haberle dado un buen número de hijos, clamorosamente no los tenía a causa de su infertilidad, que a no dudarlo era genético y a la vez hereditario. Su hermano Víctor, tampoco los podía procrear con su mujer, quien concibió una hija, gracias al favor que le hizo uno de sus cuñados, esposo de una de sus hermanas.

Duro, muy duro era ganarse el pan cotidiano para cualquier niño pobre, que llegaba por su casa, en busca de amparo y sustento. Comenzaba allí uno a ganarse la vida realizando un sin número de tareas, de tal forma que no podía mantenerse un solo momento ocioso, bajo el dicho de que “muchacho acomedido come de lo escondido”. Por lo general, cuando nos invitaba a almorzar, nos pedía súbitamente que saliéramos un momento a percatarnos de que su manada de ovejas, o de chanchos, no estuvieran causando perjuicio en sus chacras de papas. su fundado temor casi siempre lo asaltaba en el momento del almuerzo. A esa hora los redomados y dañinos animales estaban, en efecto, en los cultivos de papas despachándose a sus regalados gustos. Sacarlos era toda una odisea. Apenas sentían nuestra presencia echaban a correr de un lado para otro de las sementeras, estropeando todo y cuando al fin y al cabo eran expulsados a punta de palizas o pedradas, quedaba la tediosa tarea de levantar las cercas y los portillos. Más, aquí no terminaba el drama. De vuelta a la cocina – comedor, nos dábamos con la ingrata sorpresa de no encontrar aquel almuerzo, casi siempre de papas sancochadas y caldillo de huevos, que aplacaban muy bien el hambre.

Nos habíamos dado prisa en bajar por la fragosa ladera hacia el fondo del valle, donde a la otra orilla del Chibane ciertamente estaba aguardándonos el equino, que nos miraba de hito en hito, tras morder las hierbas del suelo. Mientras vadeábamos aquel río de aguas transparentes, pensé que no sería difícil pasarlo.¡Qué equivocado estaba! Ya en la margen opuesta nos dispusimos a acorralarlo. Segundo, interponiéndose en su posible escapatoria hacia el camino de subida; y yo, del sendero que iba de bajada. El brioso potro se disparó cuesta arriba, con dirección a la laguna de Michimal. Y cuando al cabo de unos minutos de correr tras el cuadrúpedo lográbamos darle alcance, cortándole la viada por los atajos, comenzaba entonces a galopar en sentido contrario.
Largo rato estuvimos corriendo tras el chúcaro que parecía burlarse de nosotros, pues resoplando fuertemente, de pronto comenzó a zurrarse, saturando el ambiente con un olor a estiércol. El constante trajinar cada vez nos agotaba las energías y un perlado sudor iba aflorando por nuestros rostros, curtidos por el sol quemante y el aire seco de la puna. El solípedo animal también se fue cansando; cada vez corría menos. En nosotros alentaba ya la esperanza de que, una vez agotado, lo podríamos pasar al otro lado del río. Súbitamente escuchamos la voz del mandón, que vibrante penetraba en nuestros oídos profanando aquellos silencios campestres_
- ¡Pedazo de inútiles que no pueden pasar ese caballo! ¡pásenlo rápido! ¡Carajo!- Nos gritaba una y otra vez.
Era ya de esperar los improperios del mandón. El tiempo había transcurrido raudamente, más allá de lo previsto. Al escuchar sus airados reclamos nos paramos un momento. Simultáneamente echamos un vistazo ladera arriba. Logramos ubicarlo subido sobre una gran piedra, cuyo nombre en quechua era precisamente Hatunrumi o “piedra grande”, que por esos milagros y caprichos de la naturaleza había quedado sembrada al comienzo de aquella ladera. Sobre la gran mole, cual estatua viviente, el mandamás permaneció un buen lapso. Cuando al cabo de un rato al fin logramos pasarlo a la otra orilla, el mandón abandonó aquel mirador pétreo y se borró de nuestras vistas.

Ya libres de este compromiso, que era como haberse quitado un peso de encima, empezamos a escalar la fragosa ladera, con descansos de trecho en trecho, que nos servían asimismo para tomar aliento. Al cabo de un rato arribamos a la casa del amo. Traspusimos la tranca de madera, que daba acceso a sus dominios. Advertí que todos los visitantes ya no estaban en el espacioso patio, que ahora presentaba un aspecto tristón y solitario. Se hallaba allí mi tía Alicia tejiendo un poncho. El largo tejido, granate oscuro, estaba asegurado de uno de sus extremos, a una fornida planta de Saúco, cuyo tronco mostraba las huellas visibles de la soga. Del extremo opuesto, lo sostenía la tejedora con una gruesa guashaparina que, como un ancho cinturón, ceñía su cintura y sostenía todo el tejido, gracias al travesaño de madera al cual se ataban sus extremos. Seguimos avanzado; yo detrás de Segundo. En la creencia de que íbamos a ser premiados por el mandón, quien, en mi ingenuidad, pensaba que nos daría por lo menos las gracias, hacía de que nos pusiéramos contentos. En efecto, como si tal cosa se propusiera, el mandón nos aguardaba casi al final de la senda, que daba al patio casero. Un mal presentimiento me asaltó cuando noté que bajo el poncho que le cubría las espaldas y la cintura, le colgaba el látigo cogido con sus dos manos puestas hacia atrás. Avanzamos un poco más, lo cual me permitió ver con claridad que trataba de ocultar el rebenque, hecho con cuero de res; especie de soga trenzada y que remataba en largos flecos. Intuí que, como recompensa, íbamos a recibir una buena tunda. Me precaví ante esta potencial amenaza retrazándome un poco más que mi acompañante.
- Vengan, vengan hijos para darles su merecido. Aquí les tengo sus premios........
Segundo aceleró la marcha sintiendo una súbita alegría. Sin mediar palabra, cuando lo tuvo a su alcance, lo cogió violentamente de los cabellos y lo tiró al suelo y sobre su cuerpo yaciente le puso la pesada bota de jebe, cayéndole al instante una lluvia de latigazos. Mi torturado acompañante parecía un epiléptico. Se contorsionaba en el suelo, gritando a voz en cuello: “Ay taito, ya no me pegue.”
- Esto te doy para que aprendas a no demorarte nunca más, ¡so carajo!.- Y los chicotazos le seguían cayendo inmisericordes unos tras otros.
A una prudencial distancia me había quedado plantado viendo la dramática escena, sintiéndome impotente de poder ayudarlo en su desgracia. Cuando el Mandón se cansó de castigarlo, volvió su iracunda miraba hacia mi al tiempo que me gritaba:- “ahora te toca a ti, ¡desgraciado!. Hoy es cuando chupas (recibes castigo)de mis manos. Salvaré las cenizas de tu padre”.
Blandiendo el chicote corrió hacía mi, pero no me pudo coger, porque de inmediato apreté la carrera con dirección a la tranca giratoria. Me di cuenta que no podía atraparme debido al cansancio, a sus pesadas botas de jebe y a la poca costumbre de correr. Un buen rato me estuvo correteando alrededor de la cerca.
De trecho en trecho me paraba, entonces el amo, con espíritu triunfal, cobraba muchos bríos, esforzándose por correr más de prisa, dejándome oír una vez más su eslogans “ahora salvaré el alma de tu padre”.
Ahora que lo recuerdo, el autor de mis días, convencido de su mal incurable y de su fin, que se acercaba, le había pedido a este tío encargarse del cuidado de nosotros, sus hijos; es decir de mi, que por aquel entonces, mi edad no pasaba de los ocho años; la de mi hermano mayor, de 10 y de mi hermana menor, de seis.
La muerte, liberadora de tanto sufrimiento humanos, al fin decidió llevárselo. Pues mi pobre padre acabó con su vida de tanto arrojar sangre por la boca y la nariz. Algunas veces, aquellos coágulos de sangre me tocaba enterrar en el huerto, del pie de la casa, valiéndome de un cuchillo y transportándolo en una bacinica.
Desde entonces el mandón se convirtió en una especie de amo y señor de nuestras tiernas existencias. Costumbre era ya ,cuando en algún tramo del camino nos alcanzaba, o nosotros a él. Nos desmontaba del burro, que nos cargaba a mi y a mi hermano Jaime Amado, para luego cabalgarlo él, muy cómodamente. Otras veces nos obligaba a servirle como arrieros, mayormente cuando se trataba del acarreo de papas y otros tubérculos, desde sus chacras arriba en la puna hasta su casa pueblerina.
Con el tiempo le fuimos cogiendo fobia. Apenas lo divisábamos en algún lugar del camino, acelerábamos la marcha para alejarnos lo más que podíamos de él; o de lo contrario, buscábamos escondernos, de tal manera que no lograra descubrirnos.
En esta última vez, cuando se propuso “salvar las cenizas y el alma de mi padre”; andaba por los doce años de edad y no estaba dispuesto a que este mandón siguiera abusando de mi.
Por eso, cuando me perseguía chicote en mano para también dizque “bautizarme”, decidí enrumbar mis pasos por aquella senda sinuosa que me conducía a mi casa. En mi precipitada huida no tuve tiempo de abrir su tranca, para ponerme a salvo en el camino real, entonces traspuse ágilmente la pirca, la pared de piedras que circulaba sus dominios. Cuando había caminado un par de cuadras me acordé de mi alforja, andariega como yo, y de pronto me cogió una repentina tristeza, ya que ella formaba parte de mi perruna existencia. La imaginé abandonada en algún rincón de la cocina, aguardando ser rescatada por mi. Entonces presuroso desanduve el trayecto y a los pocos instantes pasé cerca de él, que aún se encontraba en la tranca, probablemente esperando mi regreso o quizás únicamente observando mi partida, que guardaba cierta semejanza con una precipitada fuga. Advertí que ganas no le faltaban para tomarme del cuello, o de los pelos, para aplicarme el consabido castigo, pero entre los dos se interponía la tranca y la cerca. A paso ligero avancé por el caminejo que bordeaba el cerco. Luego ingresé a su querencia. Intentó darme el encuentro, pero se contuvo al ver que me encaminaba hacia él. Y como había ocurrido en otras circunstancias, con otros niños objetos de su enojo, que terminaban rindiéndose y pidiéndole perdón, pensó seguramente que yo igualmente le iba a pedir clemencia y de paso aceptar resignadamente el castigo. Según su creencia, era indispensable que me castigara, ya que así mi difunto progenitor salvaría su alma pecadora, que por lo visto, lo suponía en el infierno o en el purgatorio. Poco a poco me fui acercando hacía él y cuando imaginó tenerme ya casi al alcance de sus manos súbitamente eché a correr lo más que pude para tomarle ventaja y con dirección a su cocina – comedor. De nuevo escuché sus imprecaciones y el ruido de sus botas tras de mi, gritando a voz en cuello que era un “maldito”, que nunca tendría el perdón de Dios y que me iba a pudrir en el purgatorio. En atropellada carrera ingresé a la media oscura cocina, que para mi representaba una trampa segura. Sobre el banquito de madera, que me había servido de asiento, encontré la alforja tal como lo había dejado, al momento de ir al río Chibane; al toque la cogí y cuando me disponía a salir, el mandón en frenética carrera, intentó atraparme en la puerta, en la que tanto yo temía, pero perdió el control y por poco casi cae de bruces. Tuvo que apoyarse con la diestra en el marco de aquella puerta, de una sola hoja, para no sufrir una caída aparatosa.
- Agárralo ahí, Alicia! Dale con la callua.- Le pedía a gritos a su esposa, al momento en que pasé agazapado bajo la urdimbre de su tejido, para luego enrumbar a mi casa. jadeante y sudoroso, pero agitando amenazadoramente su rebenque, corrió detrás de mí. Convencido de su fracaso, se quedó observándome desde aquella tranca testiga de mi peripecia. Entre tanto me fui alejando cada vez más, hasta ocultarme de su vista. Caminaba lamentando mi mala suerte y con la alforja vacía, colgando de mi mano derecha. Arribé hora y madia después al hogar de mi dulce ensoñación, donde mi madre me aguardaba con la idea de que llegaría portando las consabidas papas. La encontré sentada en la puerta de la cocina-comedor, ocupada en hilar, en una rueca, un guango o copo de lana. Calladamente escuchó mis quejas e imprecaciones contra el mandón. Desde entonces me hice la promesa de no volver a pisar su casa, de ingratísimo recuerdo para mi. Empero aquella noche, mientras dormía, me vi comiendo aquellas papas que no las pude traer en mi alforja.
por lo visto, lo suponía en el infierno o en el purgatorio. Poco a poco me fui acercando hacía él y cuando imaginó tenerme ya casi al alcance de sus manos súbitamente eché a correr lo más que pude para tomarle ventaja y con dirección a su cocina – comedor. De nuevo escuché sus imprecaciones y el ruido de sus botas tras de mi, gritando a voz en cuello que era un “maldito”, que nunca tendría el perdón de Dios y que me iba a pudrir en el purgatorio. En atropellada carrera ingresé a la media oscura cocina, que para mi representaba una trampa segura. Sobre el banquito de madera, que me había servido de asiento, encontré la alforja tal como lo había dejado, al momento de ir al río Chibane; al toque la cogí y cuando me disponía a salir, el mandón en frenética carrera, intentó atraparme en la puerta, en la que tanto yo temía, pero perdió el control y por poco casi cae de bruces. Tuvo que apoyarse con la diestra en el marco de aquella puerta, de una sola hoja, para no sufrir una caída aparatosa.
- Agárralo ahí, Alicia! Dale con la callua.- Le pedía a gritos a su esposa, al momento en que pasé agazapado bajo la urdimbre de su tejido, para luego enrumbar a mi casa. jadeante y sudoroso, pero agitando amenazadoramente su rebenque, corrió detrás de mí. Convencido de su fracaso, se quedó observándome desde aquella tranca testiga de mi peripecia. Entre tanto me fui alejando cada vez más, hasta ocultarme de su vista. Caminaba lamentando mi mala suerte y con la alforja vacía, colgando de mi mano derecha. Arribé hora y madia después al hogar de mi dulce ensoñación, donde mi madre me aguardaba con la idea de que llegaría portando las consabidas papas. La encontré sentada en la puerta de la cocina-comedor, ocupada en hilar, en una rueca, un guango o copo de lana. Calladamente escuchó mis quejas e imprecaciones contra el mandón. Desde entonces me hice la promesa de no volver a pisar su casa, de ingratísimo recuerdo para mi. Empero aquella noche, mientras dormía, me vi comiendo aquellas papas que no las pude traer en mi alforja.